domingo, 28 de enero de 2007

Barbara apareció en la puerta de la galería.
-¿Qué pasa? ¿Ha ocurrido algo?
Poirot le dedicó su sonrisa más encantadora.
-Ah, mademoiselle – dijo-. Me preguntaba si le importaría que le robara a mi amigo por un par de minutos.
Ella lo miró con picardía.
-Así que quiere separarme de él, ¿eh?
-Sólo será un momento, mademoiselle. Se lo prometo.
-De acuerdo, monsieur Poirot-Se volvió hacia el jardín y gritó-: ¡Cielito, lo buscan!
-gracias –dijo Poirot con una reverencia.
Barbara regresó al jardín, y unos minutos después Hastings entró por al puerta de la galería. Parecía algo avergonzado.
(...)Poirot los siguió hasta la puerta y exclamó:
-Que Dios los bendiga, mes enfants. Ah, y si se encuentran con Barbara ene l jardín, por favor pídanle que me devuelva a Hastings. Debemos volver a Londres- Regresó a la habitación y miró la chimenea-. ¡Ah!- exclamó mientras se dirigía a la repisa y movía el recipiente de las tiras de papel-. Viola. Todo en orden- murmuró caminando hacia la puerta con aire de inmensa satisfacción.
Agatha Christie, Café solo.
Novelización de la célebre pieza teatral por Charles Osborne.

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