martes, 30 de enero de 2007

...El hijo lo es todo. Recuerdo ahora que en el naufragio del “Principessa Mafalda”, una mujer se mantuvo con su criatura ocho horas en el agua. ¡Ocho horas! ¡Ocho horas! Esto no se comprende. ¡Ocho horas! En el agua helada, con una criatura entre los brazos. ¡Ocho horas! Cuando, por fin, le arrojaron un cabo y la izaban, un bárbaro, de un golpe, le hizo caer el hijo al agua, y esa mujer enloqueció. Digo que ante esa madre debía uno ponerse de rodillas y adorarla como el más magnífico símbolo de la creación. El más perfecto y doliente...
Roberto Arlt.
La madre en la vida y en la novela, de Aguafuertes porteñas.
Edicom.

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