martes, 30 de enero de 2007

León Tolstoi - Historia de un caballo

La posibilidad de hacer algo o no hacerlo, es entre ellos menos apreciada que la de hablar de diversos objetos con las palabras por ellos convenidas. Las palabras que juzgan importantísimas son éstas: mío, mi. Las aplican a diversos objetos, a diversos seres, a diversas cosas, aun a la tierra, a los hombres, a los caballos. Pactaron que, relativamente a una cosa determinada, sólo un hombre diga mía. Y el hombre que según el juego entre los hombres convenido, dijese mías con referencia a un mayor número de cosas, este tal será reputado el más dichoso. Ignoro la causa de todo ello, pero todo ello es exacto. Al principio, intentaba explicármelo por una razón de ventajas directas, mas convencíme luego de que no era sí. Por ejemplo: muchos de los hombres que han dicho ser yo su caballo, no me montaron; montáronme en cambio otros que nunca dijeron tal. Los que decían ser yo su caballo, no me alimentaron tampoco; eran otros quienes me daban el sustento. Los que decían ser yo su caballo, no me causaban el menor bien; causábanmelo el palafrenero, el veterinario, y, por regla general, los extraños.
Más adelante, ensanchando el círculo de mis observaciones, me convencí de que no sólo con respecto a nosotros, caballos, la idea mi tiene por única base el instinto bajo y grosero que los hombres llaman sentimiento o derecho de propiedad. El hombre dice “mi casa” y no la habita jamás; cuida únicamente de su construcción y mantenimiento. Dice el mercader: “mi tienda, mi tienda de paños”, y su vestido no es del mejor paño que uno descubre en su tienda.
Hombres hay que llaman “mía” a una tierra, y no anduvieron jamás por ella ni la recorrieron con los ojos. Hombres hay que llaman “míos” a otros hombres, y no vieron jamás a estos hombres; y si alguna relación mantienen con ellos, es únicamente con el fin de dañarles.
Hombres hay que llaman a alguna mujer “su mujer”, “su esposa”, y tales mujeres viven con otros hombres. Y los hombres aspiran a la vida no para llevar a cabo lo que les parece bueno, sino para llamar suyo al mayor número posible de cosas.

No hay comentarios: