jueves, 1 de febrero de 2007
Importante
En esa època se notan las grandes influencias de determinados autores como Borges, Bioy Casares, Stevenson, Wilde, etc.
A partir del 2001 se abre una nueva etapa, se inmiscuyen un montòn de temas nuevos a mis intereses. Es la etapa donde se define una posiciòn "polìtica", salgo de closet completamente, descubro nuevas teorìas filosòficas màs allà de las que Bioy y Borges me habìan presentado, comienzo mi perìodo màs acadèmico con todo lo que comenzar una carrera implica (màyor interes en la lingüìstica, sobre todo), a la fuerza se suman las teorìas del psicoanàlisis y la psiquiatrìa, la mùsica, la pintura, las posiciones en los debates socio-polìticos...en fin, probablemente todo ello se refleje en la segunda etapa.
Eva
miércoles, 31 de enero de 2007
Te doy una canción - Silvio Rodríguez
Album: Mujeres
Canción: Te doy una canción
Cómo gasto papeles recordándote
Cómo me haces hablar en el silencio
Y cómo no te me quitas de las ganas
Aunque nadie me vea nunca contigo
Y cómo pasa el tiempo
Que de pronto son años
Sin pasar tú por mí
Detenida
Te doy una canción
Si abro una puerta
Y de las sombras sales tú
Te doy una canción
De madrugada
Cuando más quiero tu luz
Te doy una canción
Cuando apareces
el misterio del amor
Y si no lo apareces
No me importa
Yo te doy una canción
Si miro un poco afuera
Me detengo
La ciudad se derrumba
Y yo cantando
La gente que me odia
Y que me quiere
No me va a perdonar
Que me distraiga
Creen que lo digo todo
Que me juego la vida
Porque no te conocen
Ni te sienten
Te doy una canción
Y hago un discurso
Sobre mi derecho a hablar
Te doy una canción
Con mis dos manos
Con las mismas de matar
Te doy una canción
Y digo: Patria
Y sigo hablando para ti
Te doy una canción
Como un disparo, como un libro
Una palabra, una guerrilla
Como doy el amor
El amenazado - Jorge Luis Borges
Es el amor. Tendré que ocultarme o que huir.
Crecen los muros de su cárcel, como en un sueño atroz.La
hermosa
máscara ha cambiado, pero como siempre es la única. De que
me servirán
mis talismanes: el ejercicio de las letras, la vaga erudición, el
aprendizaje de las palabras que uso, el áspero Norte para
cantar sus
mares y sus espadas, la serena amistad, las galerías de la
Biblioteca,
las cosas comunes, los hábitos, el joven amor de mi madre, la
sombra
militar de mis muertos, la noche intemporal, el sabor del
sueño?
Estar contigo o no estar contigo es la medida de mi tiempo.
Ya el cántaro se quiebra sobre la fuente, ya el hombre se
levanta
a la voz del ave, ya se han oscurecido los que miran por las
ventanas,
pero la sombra no ha traído la paz.
Es, ya lo se, el amor: la ansiedad y el alivio de oír tu voz, la
espera y la memoria, el horror de vivir en lo sucesivo.
Es el amor con sus mitologías, con sus pequeñas magias
inútiles.
Hay una esquina por la que no me atrevo a pasar.
Ya los ejércitos me cercan, las hordas.
(Esta habitación es irreal; ella no la ha visto.)
El nombre de una mujer me delata.
Me duele una mujer en todo el cuerpo.
-¡Cómo es posible que insulten a Ginger con esta basura, esta porquería, esta inmundicia...!
-¡Hayward! –rugió el productor-¡Lárgate de aquí antes que te haga echar a patadas! ¡Ese guión nos lo vendiste tú mismo!
Es tiempo de elegir un líder mundial y tu voto cuenta...tenemos tres candidatos:
Candidato A: Se lo asocia con políticos corruptos y suele consultar a astrólogos. Ha tenido dos amantes. Fuma un cigarrillo detrás de otro y bebe de 8 a 10 martinis por día.
Candidato B: Lo echaron del trabajo dos veces, duerme hasta tarde, usaba opio en la universidad y tomaba un cuarto de botella de whisky cada noche.
Candidato C: Es un héroe condecorado de la guerra, es vegetariano, no fuma, toma de vez en cuando una cerveza, y no ha mantenido relaciones extra-matrimoniales.
¿Cuál de estos candidatos eligirías?
(...)
-El candidato A es Franklin D. Roosevelt.
-El Candidato B es Winston Churchill.
-El candidato C es Adolph Hitler.
Y de paso...
Si le has recomendado a la mujer no tener un nuevo hijo, acabas de impedir el nacimiento de Beethoven...
Un minuto de silencio...
Ya que estas en silencio, guardá otros TRECE MINUTOS en homenaje a los 130.000 civiles iraquíes muertos en 1991 por orden Bus padre.
Aprovechá para recordar que en aquella ocasión los americanos también hicieron fiesta, como supuestamente los palestinos hace días... ahora VEINTE MINUTOS más por los 200.000 iraníes muertos por los iraquíes con ramas y dinero proveídos a Hussein (todavía joven en esa época) por los mismos americanos que más tarde giraron toda su artillería contra ellos...
Otros QUINCE MINUTOS por los rusos y 150.000 afganos muertos en manos del régimen Talibán; también con ramas y ordenes de USA, quienes crearon la organización de los Talibán y la entrenaron con la CIA...
Más DIEZ MINUTOS por los 100.000 japoneses muertos directa e indirectamente en Hiroshima y Nagazaki, también por acción directa de la gran Aguila...
Si lo hiciste, ya estuviste en silencio UNA HORA (UN MINUTO por todos los americanos y CINCUENTA Y NUEVE, por TODAS sus víctimas...)
Si aún estás perplejo, haz una hora más por los muertos en la guerra de Vietnam, la cual no es agradable de mencionar para los americanos...
Ojalá (aunque los índices de belicosidad de los americanos indiquen lo contrario), alguien recuerde el bombardeo de USA a Bagdad donde murieron 18 mil personas, no 5 mil como en las torres, alguien lo vió en la CNN? O algún canal del mundo? Alguien pidió justicia? O peor aún venganza? Rogamos para que los americanos comiencen a entender que ellos también son vulnerables y que las tragedias que ellos provocan son tan bárbaras y cobardes como las de los otros.
Que los americanos entiendan que los MUERTOS de otros pueblos duelen tanto como los de ellos...
Historia de las crisis argentinas - Antonio Elio Brailovsky
Por su parte, Raúl Alfonsín dice que “este es el único país que planificó para achicarse. La política de Martínez Hoz es como si hubiera caído una bomba neutrónica al revés: los seres estamos vivos, pero se ha deshecho todo a nuestro alrededor” (Revista Humor, noviembre de 1981)
(...)Martínez de hoz –dice en su libro-, consideramos que ha sido de gran importancia el cambio cualitativo que se ha logrado en el pensamiento y la opinión de la ciudadanía” (Martínez de Hoz, José Alfredo “Bases para una argentina moderna : 1976-1980”, Buenos Aires, 1981) Y esto es rigurosamente cierto. Porque unos años atrás los argentinos estaban profundamente divididos en innúmeras facciones irreconciliables. Martínez de Hoz consiguió unificar, en contra suya, el pensamiento y la opinión de la ciudadanía.
EL PLAN DE MARTINEZ DE HOZ
Borges, Jorge Luis
Guirnalda con amores, II - Adolfo Bioy Casares
Cavar un foso - Adolfo Bioy Casares
Adolfo Bioy Casares - Descanso de caminantes
DELFINA E HIPÓLITA - Charles Baudelaire
Sobre blandos cojines impregnados de olor,
Hipólita soñaba con lso besos potentes
Que alzaban la cortina de su joven candor.
Buscaba con mirada que turbó la extrañeza
El firmamento de su inocencia ya lejana,
Lo mismo que un viajero vuelve la cabeza
Al azul horizonte que cruzó de mañana.
Las perezosas lágrimas de sus ojos velados,
Su estupor, su fatiga, su sombría locura,
Sus brazos como inútiles armas abandonadas
Todo a adornar servía su frágil hermosura.
Extendida a sus pies, calma, de gozo presa
Delfina la acechaba con sus ojos ardientes,
Como un animal fuerte que vigila una presa
Tras de haberla primero marcado con los dientes.
Bella fuerte de hinojos ante una frágil bella,
Husmeaba voluptuosa el triunfo de su intento,
Como un vino, y soberbia se inclinaba hacia ella
Cual para recoger dulce agradecimiento.
De su pálida víctima en los ojos buscaba
El mudo cántico que el placer canta en su giro,
Y aquella gratitud, infinita y esclava,
Que sale de los párpados como un largo suspiro.
-“Hipólita, lama mía ¿qué dices de estas cosas?
¿Te has dado cuenta ahora de que no hay que entregar
el sagrado holocausto de tus primeras rosas
al rudo soplo que las pudiera marchitar?
Mis besos son ligeros cual los de las estrellas
Que acarician de noche los lagos transparentes;
Pero los d tu amante cavarían sus huellas
Cual las d una carreta o de un arado hirientes.
Sobre ti pasarían como una caravana
De caballos y bueyes con cascos sin piedad,
Vuelve pues ese rostro, Hipólita, oh mi hermana,
Tú, alma y corazón mío, mi todo y mi mitad,
Torna a mí de tus ojos los azulados cielos,
Por sólo una mirada de encanto sin confín,
De placeres aún más oscuros, alzaré el velo,
Y habré de adormecerte en un sueño sin fin!”
Pero Hipólita entonces, levantando la frente:
“-No soy ingrata, Delfina mía, ni me apena
tu amor, pero sufriendo estoy de un mal mordiente,
como después de una nocturna y terrible cena.
Caer sobre mí siento terrores enfermizos,
y vagos batallones de fantasmas oscuros,
Que me conducen por caminos resbaladizos,
Ceñidos siempre por ensangrentados muros.
¿Habremos cometido algún negro extravío?
Explícame, si puedes, esta turbación loca:
De terror me estremezco si me dices: Bien mío,
Y sin embargo, siento que hacia ti va mi boca.
No me mires así, oh mi única amada,
Tú, a quien amo por siempre, mi hermana de elección,
Aun cuando para mí fueras firme emboscada,
Y hasta el comienzo mismo de mi condenación!”
Y sacudiendo Delfina su crin volcánica,
Como convulsionada sobre un trípode eterno,
Respondió –la mirada fatal., con voz tiránica:
“-¿Quién, pues, ante el amor, se atreve a hablar de infierno?
Maldito sea para siempre y sin remisión,
El soñador inútil que ideó en su necedad,
Presa haciéndose de un problema sin solución,
En cosas del amor mezclar la honestidad!
El que quiera fundir en un acorde místico
La noche con el día, la sombra y el calor,
Jamás calentará su cuerpo paralítico,
En ese sol bermejo que se llama el amor!
Ve, si quieres, un novio estúpido a buscar,
Corre a ofrecerte para sus besos despiadados;
Y de remordimiento y horror llena a ocultar
Vendrás en mí después tus senos magullados.
No se puede aquí abajo servir a más de un amo!
Pero al criatura, con inmensa pasión,
Gritó de pronto:- “¡Siento que se abre a tu reclamo
En mí un abismo, y ese abismo es mi corazón!
¡Hondo como el vacío, como un volcán quemante!
¡Nada saciará al monstruo gemebundo e insano,
ni la sed de la Euménide calmará, torturante,
que lo quema hasta el fondo con la antorcha en la mano!
¡Que nuestros cortinados nos separen del mundo,
y que sólo el cansancio dé reposo al amor!
¡Yo quiero aniquilarme en tu cuerpo profundo,
y encontrar en tu seno de la tumba el frescor!”
Víctimas lamentables, bajad, bajad de grado,
Descended camino al infierno imperecedero,
A lo más hondo de la sima en que flagelados
Todos los crímenes por vientos de alas de acero,
Bullen mezclados en huracanes bramadores.
Sombras locas, corred del deseo al abrigo;
Jamás conseguiréis saciar vuestros furores,
Y de vuestros placeres se engendrará el castigo.
Jamás un rayo fresco brilla en vuestras cavernas;
Por las grietas del muro las miasmas venenosas
Se filtran y se inflaman lo mismo que linternas,
E impregnan vuestros cuerpos de aromas espantosos.
Reseca vuestra carne y vuestra sed acosa
La infecundidad áspera de vuestra conjunción,
Y hace de la lujuria la ráfaga furiosa
Crujir vuestra piel como un viejo pabellón.
Lejos de toda vida, errantes, condenadas
A través del desierto como lobos fugáis;
Cumplid vuestro destino, almas desornadas,
Y huid del infinito que en vosotros portáis.
LA TRAMA - J. L. Borges
Al destino le agradan las repeticiones, las variantes, las simetrías; diecinueve siglos después, en el sur de la provincia de Buenos Aires, un gaucho es agredido por otros gauchos y, al caer, reconoce a un ahijado suyo y le dice con mansa reconvención y lenta sorpresa (estas palabras hay que oírlas, no leerlas): “¡Pero, che!”. Lo matan y no sabe que muere para que se repita una escena.
Stefan Zweig - El arcano de la creación artística
DIALOGO SOBRE UN DIALOGO - J. L. Borges
Z (burlón).-Pero sospecho que al final se resolvieron.
A (ya en plena mística)- Francamente no recuerdo si esa noche nos suicidamos.
Soneto de devoción - Vinicius de Moraes
Y lúbrica en los brazos, y a sus senos
Me aprieta, me besa y balbucea
Versos, rezos a Dios, votos obscenos.
Esa mujer, flor de melancolía
Que ríe de mis pálidos recelos
La única entre todas a quien di
Caricias que jamás a otra daría
Esa mujer que a cada amor proclama
La miseria y la grandeza de quien ama
Y feliz de mis dientes guarda huella
¡Un mundo esa mujer! Es una yegua
Quizás...pero en el marco de una cama
Nunca mujer ninguna fue tan bella.
Los Cenci (1599) - Stendhal
La salvación - Adolfo Bioy Casares
Quevedo - Desde la torre
Con pocos, pero doctos libros juntos,
Vivo en conversación con los difuntos
Y escucho con mis ojos a los muertos.
Si no siempre entendidos, siempre abiertos,
O enmiendan o fecundan mis asuntos;
Y en músicos callados contrapuntos
Al sueño de la vida hablan despiertos.
Poema XX - Pablo Neruda
Escribir, por ejemplo: "La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos."
El viento de la noche gira en el cielo y canta.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.
En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.
Ella me quiso, a veces yo también la quería.
¡Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos!
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
¡Qué importa que mi amor no pudiera guardarla!
La noche está estrellada y ella no está conmigo.
Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.
La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
Yo no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise..
Mi voz buscaba al viento para tocar su oído.
De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.
Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.
Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.
Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.
Pablo Neruda, poeta chileno (1904-1973)
Adolfo Bioy Casares - La invención de Morel
Fiodor M. Dostoyevsky - Crimen y Castigo
Gabriel Jackson, diario español EL PAIS
Rolando Riviére
(corresponsal de LA NACIÓN en Europa)
Hubo una época en que las tapas de los libros formaban parte de aquello que leíamos. Anunciaban el argumento, nos ponían en clima, e inclusive ofrecían una interpretación. La portada no se resignaba a ser, como ahora, un envoltorio, un exterior.
Las tapas que más recuerdo son amarillas: las de editorial Tor, y también las de la colección Robin Hood, de la editorial Acme. En su mayoría estas últimas estaban en manos de Pablo A. Pereyra, que se ocupó tanto de las novelas de aventuras como de las románticas. Las escenas sugerían la acción pero a la vez la congelaban.
Las novelas estaban ilustradas, casi nunca por el mismo autor de la portada, y los dibujantes se detenían en las escenas fundamentales de la trama, anticipándose al trabajo que luego haría la memoria del lector. Porque también nosotros, lectores, no recordamos aquellas novelas como un fluir de acontecimientos conectados entre sí, sino como una serie de estampas aisladas, y entre unas y otras, la sombra. Los ilustradores, al dibujar, olvidaban.
Cuando tenía quince años se acumulaban en las mesas de oferta de la calle Corrientes los libros de la editorial Tor. Eran ediciones tan baratas que la gente los compraba de a diez. Había tal cantidad de libros que pensaba que nunca se iban a acabar y que siempre estarían a mano.
Frente al despliegue de rubias escotadas, cadáveres, armas de fuego y sangre de Tor me llamaba la atención las portadas de El Séptimo Círculo, con los dibujos cubistas, casi abstractos, de José Bonomi. Los dibujos prometían una ficción intelectual; y coincidían con las novelas en insinuar que el juego tenía la forma de un rompecabezas.
Las tapas más perturbadoras fueron las que la editorial española Molino dedicaba a las novelas de Agatha Christie. Eran “collages” surrealistas imaginados con un gusto por la perversión que las novelas no compartían. En Matar es fácil, hay un canario atravesado por un largo alfiler.
Tenemos en la memoria un bibliotecario que elige caminos caprichosos para traer el material a la superficie desde sus remotos estantes. A veces vuelve con una cita, o con un argumento bien armado; en otras ocasiones trae apenas una página rota en la que no se lee casi nada. A los libros que leímos hace mucho tiempo, los busca a partir de la portada.
Cultura y Nación, Suplemento de Cultura, 23/4/2000
martes, 30 de enero de 2007
Mi vida entera - Jorge Luis Borges
Aqui otra vez, los labios memorables, único y
semejante a vosotros.
Soy esa torpe intensidad que es un alma.
He persistido en la aproximación de la dicha y
en la privanza del dolor.
He atravesado el mar.
He conocido muchas tierras; he visto una mujer
y dos o tres hombres.
He querido a una nina altiva y blanca y de una
hispánica quietud.
He visto un arrabal infinito donde se cumple una
insaciada inmortalidad de ponientes.
He paladeado numerosas palabras.
Creo profundamente que eso es todo y que ni veré
ni ejecutaré cosas nuevas.
Creo que mis jornadas y mis noches se igualan en
pobreza y en riqueza a las de Dios y a las
de todos los hombres.
La Muerte: Realidad y Trascendencia.
El día que Paul murió.
-John oficiaba la ceremonia con su traje blanco.
-Ringo, de negro, era el empleado de la funeraria.
-George, con sus jeans, era el sepultero.
-Los pies descalzos de Paul eran signos inequívocos de su retirada del reino de los vivos.
-La chapa patente del Volkswagen estacionado en la calle rezaba 28 if, es decir: 28 ( la edad de Paul entonces) si (if) estuviera vivo.
Roberto Arlt.
La madre en la vida y en la novela, de Aguafuertes porteñas.
Edicom.
-¿Usted es Jorge Luis Borges?
No menos sorprendido que ella, Borges responde:
-Momentáneamente.
Sola y su alma
Thomas Bailey Aldrich.
Works, vol. 9. pág 341 (1912)
Leyes de Manú
La familia que descuide los sacramentos; la que no procree hijos varones; aquélla cuyos individuos tengan el cuerpo cubierto de largos vellos o sean afligidos por hemorroides, por tisis, por dispepsia, por epilepsia, por lepra blanca o por elefantiasis.
Que tampoco se case con una joven de cabellos rojizos, o que tenga un miembro de más, o enfermo, o que no tenga vellos, o que sea muy velluda, o insoportable por su charla, o que tenga el pelo rojo.
Se prohibe leer los libros santos: durante la noche, cuando el viento sopla; durante el día, cuando el viento levanta polvo; cuando relampaguea, llueve o sobrevienen grandes cataclismos del cielo o de otras partes. Si se produce un ruido sobrenatural, o un temblor de tierra, o un eclipse, la lectura debe aplazarse para la nueva hora del día siguiente.
El brahman no debe estudiar tendido en su cama, ni tendiendo los pies sobre una silla, ni estando sentado y con las piernas cruzadas, ni estando vestido con tarje que oprima sus rodillas y sus riñones, ni después de haber comido carne cocida o arroz que se haya repartido con ocasión de un nacimiento o de una muerte.
Nunca debe gobernarse a sí propia una mujer: en su infancia depende de su padre; en su juventud, de su marido; y cuando su marido muere depende de sus hijos.
Toda familia, en la que el marido se complace con su mujer y la mujer se complace con su marido tiene asegurada para siempre la felicidad.
Después de haber perdido a su marido, la mujer debe procurar enflaquecer voluntariamente su cuerpo, viviendo de flores y de frutos puros; y jamás debe pronunciar el nombre de otro hombre.
Todo hijo dado al mundo por una mujer que haya tenido comercio carnal con otro hombre distinto de su marido, no es legítimo de esta mujer, de igual modo el hijo engendrado por un hombre en mujer ajena, no pertenece a ese hombre.
Código de Manú. Uno de los más viejos y famosos libros sagrados de la India. Sus principios religiosos, morales, sociales y políticos rigieron la antigua sociedad brahmánica y todavía hoy siguen vigentes en determinados aspectos.
Maria Esther Vázquez - Borges, sus días y su tiempo.
León Tolstoi - Historia de un caballo
Más adelante, ensanchando el círculo de mis observaciones, me convencí de que no sólo con respecto a nosotros, caballos, la idea mi tiene por única base el instinto bajo y grosero que los hombres llaman sentimiento o derecho de propiedad. El hombre dice “mi casa” y no la habita jamás; cuida únicamente de su construcción y mantenimiento. Dice el mercader: “mi tienda, mi tienda de paños”, y su vestido no es del mejor paño que uno descubre en su tienda.
Hombres hay que llaman “mía” a una tierra, y no anduvieron jamás por ella ni la recorrieron con los ojos. Hombres hay que llaman “míos” a otros hombres, y no vieron jamás a estos hombres; y si alguna relación mantienen con ellos, es únicamente con el fin de dañarles.
Hombres hay que llaman a alguna mujer “su mujer”, “su esposa”, y tales mujeres viven con otros hombres. Y los hombres aspiran a la vida no para llevar a cabo lo que les parece bueno, sino para llamar suyo al mayor número posible de cosas.
El 17 de febrero de 1673, siete días después del estreno de El enfermo imaginario, obra en la que él mismo representaba el papel principal vestido con un traje amarillo, Moliere sufrió un ataque de tos y convulsiones que a duras penas le permitió seguir la representación. Acabada ésta el dramaturgo y actor galo fue llevado con urgencia a su casa, donde murió poco después sin que su esposa lograra encontrar un médico y un sacerdote que le diese la extremaunción.
El mito de Sísifo
William Shakespeare
(1564-1616), escritor británico
Vivir es lo más raro de este mundo, pues la mayor parte de los hombres no hacemos otra cosa que existir.
Oscar Wilde (1854-1900), escritor irlandés.
Tradición
Chesterton.
Suicidio salado
Death in the Afternoon - E. Hemingway
-He aprendido a dirigirlos. Si me enfrento a dos puertas y una me parece que conduce a una pesadilla, entro por la otra. Y si me siento cercado –puede ser que la segunda también sea lago horrible-, me despierto.
-¿Cómo logró ese manejo?
-Es toda una ejercitación. Sé que puede parecer raro, pero la cuestión de controlar el sueño ya la tengo incorporada desde hace tiempo, quizá más de cuarenta años. Además, el presto especial atención: tengo al idea de que soñar aumenta la vida. Permite aprovechar no sólo las horas en que uno está despierto, sino también las que se duermen.
-En sus sueños, ¿nunca se equivocó de puerta y abrió la que se dirige hacia la pesadilla?
-No, jamás. No tengo pesadillas. Mis malos sueños, como mucho, se relacionan con algo que he perdido y eso me hace sentir un poco molesto. O con una historia: voy con una persona a un lugar y, al rato, no la encuentro más. Pero estos episodios no llegan a conformar verdaderas pesadillas.
F. L. C. 22/3/95.
(en el lugar, Libertador y Rep. Del Líbano una escultura. Un libro de fondo al rostro de Gibran que echaba raíces...)
Cientos de años más tarde, cuando la gente de la ciudad se elevó sobre la quietud de la ignorancia y contemplo el amanecer del conocimiento, erigieron un monumento en el Jardín más hermoso de la ciudad y celebraron festejos todos los años en honor del poeta cuyos pensamientos habían liberado ¡Oh! Cuan cruel es la ignorancia del hombre.
Gandhi, Giorgio Borsa
Porque sus ideales eran demasiado elevados como para que pudieran alcanzar el triunfo. Lo que para otros líderes hindúes era una política, una técnica de agitación que se podía aceptar o abandonar según las conveniencias, era para él una concepción de vida, una profesión de fe, la búsqueda de la verdad: y la verdad es Dios. “La no violencia, el amor, es la luz a la cual se me ha aparecido la verdad: y al independencia no es más que parte de esta verdad”. Más que un político, Gandhi fue un héroe religioso pese a que la religión no se identificaba para él con este o aquel credo, sino con la búsqueda de la perfección interior. “La religión debería impregnar todos nuestros actos. Entendida de este modo no se identifica con ninguna secta. Es esencialmente la fe en un orden moral que gobierna el universo. Trasciende al hinduismo, al islamismo y al cristianismo. No los sustituye, pero los armoniza y les da un contenido de verdad”. Gandhi luchó toda su vida por introducir en la política de su país un fundamento ético-religioso y en un mundo dominado todavía por la violencia, al razón de Estado, el fanatismo ideológico y confesional, y el racismo, enseñó que el deber de la sinceridad, la lealtad, el amor y el respeto por el hombre son variables que están primero y por encima de cualquier otro valor.
Camus Albert.
Ni nunca vi como los otros vieron.
Mis pasiones yo no podía
Hacer brotar de fuentes iguales a las de ellos;
Y era otro el origen de mi tristeza,
Y era otro el canto que despertaba
Mi corazón para la alegría.
Todo lo que amé lo amé solo.
Así en mi infancia, en el alba
De mi tormentosa vida, irguióse,
Desde el fondo de todo bien o todo mal,
Desde cada abismo, encadenándome,
El misterio que envuelve mi destino...
Edgar Allan Poe.
Death in the Afternoon - E. Hemingway
Un año que estábamos en España, la cosa sucedió ante la última casa de un pueblecito de la región de Valencia. Un toro tropezó y cayó, y los otros le habían rebasado ya cuando se puso en pie. Lo primero que vio fue una puerta abierta, en donde estaba un hombre; cargó sobre él, le echó a lo alto, lo lanzó hacia atrás por encima de su cabeza. En la casa no vio a nadie y el toro entró por las buenas. En un dormitorio había una mujer sentada en un sillón. Era muy vieja y no había oído nada. El toro hizo trizas el sillón y mató a la vieja en un santiamén. El hombre que había lanzado al aire cuando estaba en la puerta apareció con una carabina para proteger a su mujer, que yacía en un rincón, a donde el toro la había arrojado. Disparó casi a quemarropa pero no hizo más que rozarle los lomos. El toro se lanzó sobre el hombre, le mató, vio un espejo, se abalanzó sobre el espejo, embistió e hizo trizas un gran armario antiguo y luego salió a la calle. Avanzó un poco, encontró un caballo y una carreta, embistió y mató al caballo, derribando la carreta. El conductor se había quedado dentro. Los mayorales de la manada, mientras tanto, se habían dado cuenta de lo sucedido y volvían por el camino al galope de sus caballos, levantando una nube de polvo. Hicieron adelantarse a dos bueyes, que atraparon al toro, y tan pronto como se puso un buey a cada uno de sus flancos, la giba de su espalda se bajó, agachó la cabeza y, trotando entre los dos cabestros, se reintegró tranquilamente a la manada.
lunes, 29 de enero de 2007
La biblioteca de Babel - Jorge Luis Borges
Death in the Afternoon - E. Hemingway
-Si se permitiera a los toros acrecentar sus experiencias, como lo hacen los toreros, y si los toros no matados durante los quince minutos reglamentarios, en vez de ser sacrificados en los corrales inmediatamente, fuesen llevados a combatir de nuevo, matarían a todos los toreros, o , al menos, a todos los toreros que continuaran combatiéndolos según las normas. La corrida está montada sobre la base de que es el primer encuentro entre un animal salvaje y un hombre a pie. Y la primera condición de la corrida moderna es que el toro no haya pisado la plaza nunca.
- Si es usted una mujer que quiere ver una corrida, aunque tema sentirse afectada, tome un asiento de gradas la primera vez. Puede ocurrir que le guste a usted la corrida y sea usted capaz de complacerse con ella desde un sitio en donde usted la vea como un espectáculo, mientras que podría ocurrir que le desagradase si estuviera sentada tan ceca que la vista de los detalles pudiera deshacer el efecto del conjunto. Si tiene usted mucho dinero y quiere decir que ha estado, aunque no le interese haber visto una corrida de toros, y si ha decidido usted que, le guste o no, se marchará después del primer toro, tome una barrera, y así, cuando usted se marche, otra persona que no haya tenido nunca dinero para comprar una barrera, podrá rápidamente ocupar su asiento dejándole que se marche con sus ideas preconcebidas.
-¿Quién puede hablar de lo que piensan esas mujeres si no ha sido uno mujer de un torero? Si el marido no tiene contratos, no gana dinero; pero con cada contrato corre un riesgo mortal. Ningún hombre puede entra en el ruedo y decir que saldrá vivo. Ser mujer de un torero no es como ser mujer de un militar, ya que el militar se gana su vida incluso cuando no ha guerra, ni como serlo de un marino, que se va para mucho tiempo, pero que se va en un barco que le protege, ni como serlo de un boxeador, que no afronta la muerte. Ser mujer de un torero no puede compararse con nada. Y si yo tuviera una hija no le desearía semejante destino.
Una sociedad poseída por el frenesí de producir más para consumir más tiende a convertir las ideas, los sentimientos, el arte, el amor, la amistad y a las personas mismas en objetos de consumo. Todo se vuelve cosa que se compra, se usa y se tira al basurero. Ninguna sociedad ha producido tantos desechos como la nuestra. Desechos materiales y morales
-En un discurso.
Marco Denevi - Falsificaciones
Una vida rutinaria
Prisionero de Inglaterra, Napoleón Bonaparte llegó a la isla de Santa Elena el 15 de octubre de 1816. El médico de abordo le diagnosticó cáncer de píloro, pronosticó que no viviría mucho tiempo.
El gobernador de la isla, Sir Hudson Lowe, profesaba a Napoleón un frío aborrecimiento británico. Dispuesto a hacerle pagar caros sus quince años de gloria, razonó así: “Este hombre morirá a corto plazo. Su reclusión en Santa Elena será breve y, aún en mi compañía, no le hará pagar todas sus culpas. No tengo otro recurso que alargar artificialmente la duración de su cautiverio.”
Fraguó, pues, un plan. En las habitaciones de Napoleón todos los días eran el mismo día. Los relojes no funcionaban. Los almanaques mostraban una única hoja y la hoja decía: 15 de octubre de 1816, miércoles. Desayunos, almuerzos y cenas no variaban. No variaban las palabras, las pausas, los tonos de voz, los fingidos titubeos, las miradas, los ademanes, las vestimentas y los movimientos de quienes a diario atendían al emperador caído.
Napoleón daba todas las tardes un paseo por las galerías interiores de la fortaleza (había que evitar que las alteraciones del clima lo echasen todo a perder) y en esos paseos encontraba siempre la misma temperatura y la misma luz, veía las mismas caras, oía las mismas voces y recibía los mismos saludos. Por la noche escribía sus memorias. Que escribiese todo lo que quisiera: al día siguiente los papeles estaban en blanco y debía recomenzarlo todo. O que leyese: en la biblioteca había un solo libro multiplicado en cientos de ejemplares iguales.
Todas las mañanas lo visitaba el médico. Los mismos golpecitos en el vientre, la misma recomendación involuntariamente irónica (dieta, reposo, la lectura de la Biblia), la misma hipócrita reverencia. Después lo visitaba Sir Hudson. Todas las veces le preguntaba: “¿Alguna queja que formularme?”, cualquiera que fuese la contestación añadía: “Lo tendré en cuenta” y se iba sonándose la nariz anabaptista en el mismo pañuelo de hilo irlandés.
Esta farsa se repitió durante meses. Sobreviva un día o un año, reflexionaba Lowe, su castigo le parecerá eterno. Pero transcurrieron años y Napoleón no se moría. El médico le informaba al gobernador: “Es increíble, se mantiene en el mismo estado de salud”. Lowe gruñía: “Tanto mejor”. Pero la rutina los volvía locos a todos. Estaban hartos de comportarse como figuras mecánicas. Hubo protestas, algunas pujas de rebelión. Sir Hudson no cedió. Combinando arengas patrióticas y terribles amenazas consiguió imponerse a sus subordinados. Éstos aguantaron cinco años.
Pero el 5 de mayo de 1823 fue Sir Hudson Lowe quien perdió la paciencia. Irrumpió en las habitaciones de Napoleón y empezó a gritar y a maldecir. Inmediatamente el prisionero murió de cáncer de píloro.
En este episodio histórico se inspiraron Edgar Allan Poe para su Mr. Valdemar y Adolfo Bioy Casares para una narración, injustamente tildada de original, que se titula El perjurio de la nieve.
domingo, 28 de enero de 2007
Robert Louis Stevenson, The Vagaband
que el resto pase a mi lado,
dadme el cielo jovial en lo alto
y a mi vera el camino apartado.
Lecho en el arbusto bajo las estrellas,
Pan para mojar en las aguas del río...
Es la vida que quiero llevar,
He ahí para siempre la vida.”
36-Porque para librar a los habitantes de su ciudad de las fuertes contribuciones que imponía su esposo, allá por el siglo XI, aceptó el reto y se paseó desnuda, a mediodía, montada en un corcel, por las calles de Coventry. Su larga cabellera le sirvió de manto. Todos los habitantes retribuyeron su gesto permaneciendo en sus respectivas casas con puertas y ventanas cerradas. La leyenda dice que el único curioso pagó su desobediencia perdiendo la vista.
Mark Twain - The diary of Adam And Eve. 1893, 1905
He perdido el jardín, pero lo he encontrado a él, y me basta. Me ama como puede, y yo lo amo con toda la fuerza de mi naturaleza apasionada y pienso que corresponde a mi juventud y a mi sexo. Si me pregunto por qué lo amo, descubro que no lo sé, y que en realidad no me importa mucho saberlo; y supongo que este amor no sea el producto del razonamiento y de las estadísticas, como el amor por los reptiles y animales. Pienso que tiene que ser así. Amo a algunos pájaros por su canto, pero no amo a Adán por su forma de cantar. No, no es por esto, cuanto más canta menos me gusta. Sin embargo le pido que cante, porque quiero a prender a amar todo lo que le interesa a él. Estoy convencida de que puede aprender, pues en principio no conseguía soportar su canto y ahora sin embargo lo hago. Hace agriar la leche, pero no importa, también puedo acostumbrarme a la leche cuajada.
No lo amo por al rapidez de su inteligencia, no, no es por esto. Y no es que le tenga que reprobar por su inteligencia, así como es, pues no lo ha creado él; él es como Dios lo ha hecho, y punto. Había en él un buen designio, estoy segura de ello. Con el tiempo se desarrollará, aunque piense que esto tendrá lugar con mucha lentitud. Pero no hay prisa: él está bastante bien así como está.
No lo amo por sus formas elegantes y respetuosas, ni por su delicadeza. No, bajo estos aspectos deja mucho que desear, pero está bastante bien como está, y además está mejorando.
No lo amo por su ingeniosidad, no, no es por esto. Pienso que sea innata ene él, y no sé por qué me lo esconde. Es mi única cruz. Por lo demás, es claro y sincero conmigo. Estoy convencida de que no me esconde nada fuera de esto. Me da pena que tenga secretos conmigo, y a veces este pensamiento me quita el sueño, pero lo alejaré de mi cabeza; no disturbará mi felicidad, que es, bajo los otros aspectos, total y completa.
No lo amo por su cultura, no, no es por esto. Es un autodidacta; en realidad conoce muchísimas cosas, pero no son como él las conoce.
No lo amo por su caballerosidad, no, no es por esto. Ha hablado mal de mí, pero no lo critico; pienso que es una característica de su sexo, y su sexo no lo ha hecho él. Naturalmente yo no habría hablado mal de él, antes me habría muerto; pero también ésta es una característica de mi sexo, y no tengo mérito alguno, y mi sexo no lo he hecho yo.
¿Entonces por qué lo amo? Creo que simplemente porque es macho.
En el fondo es bueno, y lo amo por esto, pero podría amarlo, aunque no lo fuera. Si me pegara y me insultar, seguiría amándolo. Lo sé. Pienso que es cuestión de sexo.
Es fuerte y guapo, y lo amo por esto, lo admiro y estoy orgullosa de él, pero podría amarlo incluso sin estas cualidades; si fuera blancucho, lo amaría; si estuviera maltrecho, lo amaría y trabajaría por él, sería su esclava, rezaría por él y me quedaría a la cabecera de su cama hasta la hora de mi muerte.
Sí, creo que lo amo porque es mío y es macho. Supongo que no hay otras razones. Por esto creo que es como he dicho antes: este tipo de amor no es producto de los razonamientos y de las estadísticas. Simplemente llega –nadie sabe de dónde- y no se puede explicar. Pero tampoco hay necesidad.
Esto es lo que pienso. Pero soy sólo una muchachita, la primera que ha examinado este tema, y pudiera ser que, en mi ignorancia e inexperiencia, no lo haya entendido de la forma adecuada.
Murder in the Mews - Agatha Christie
-¡Cielos! – repuso Poirot- ¡Si no supiera cómo quedar bien con las dos partes, no podría usted ser político!
Catorce años más tarde, una compañía naviera británica llamada White Star Line construyó un vapor muy parecido al de la novela de Robertson. El nuevo transatlántico desplazaba 66.000 toneladas; el de Robertson, 70.000. El barco verdadero tenía una longitud de 882.5 pies (alrededor de los 265 metros); el de la novela, 800. Ambos barcos tenían tres hélices y podían desarrollar una velocidad de 24 a 25 nudos. Ambos podían llevar unas tres mil personas y ambos disponían de suficientes botes salvavidas para una fracción de este número. Pero, claro, esto parecía carecer de importancia porque ambos estaban considerados “insumergibles”.
El día 10 de abril de 1912, el verdadero barco abandonó Southampton en su viaje inaugural hacia New York. Entre su cargamento había un valioso ejemplar del Rubaiyat de Omar Khayy y una lista de pasajeros cuyo valor colectivo era algo así como de 250 millones de dólares. Durante el viaje, este barco también tropezó con un iceberg y se hundió en una fría noche de abril.
Robertson llamó Titan a su barco; la White Star Line llamó al suyo Titanic. He aquí la historia de su última noche.
A Night to Remember.
La última noche del Titanic.
Walter Lord.
Arthur Conan Doyle, creador del deductivo investigador Sherlock Holmes y de su fiel compañero el Dr. Watson, cuenta que éste sufrió en su juventud una herida de bala en una acción militar. En Un estudio en escarlata, Watson tiene la herida en un hombro. Historias más tarde, en El signo de los cuatro, la herida del Dr. Watson se trasladó a una de sus piernas.
Eugne O´Neill, ganador del Premio Nobel de Literatura, tituló Donde está hecha la cruz a una de sus obras. En las instrucciones para el montaje de una escena escribió los siguientes datos: “Su brazo derecho había sido amputado hasta el hombro y la maga de ese lado colgaba con flojedad. Entonces, él se dirigió hacia la mesa y se sentó apoyando sus codos, con las mejillas entre las manos, mirando sombríamente hacia delante.”
Gustavo Adolfo Bécquer - Rimas
Olas gigantes que os rompéis bramando
En las playas desiertas y remotas
Envuelto entre la sábana de espumas
¡llevadme con vosotras!
Ráfagas de huracán que arrebatáis
Del alto bosque las marchitas hojas,
Arrastrado en el ciego torbellino,
¡llevadme con vosotras!
Nubes de tempestad que rompe el rayo
Y en fuego ornáis las desprendidas orlas,
Arrebatado entre la niebla oscura,
¡llevadme con vosotras!
Llevadme por piedad a donde el vértigo
Con la razón me arranque la memoria.
¡Por piedad! ¡Tengo miedo de quedarme
con mi dolor a solas!
Antología - Machado
Señor, ya me arrancaste lo que yo más quería
Oye otra vez, Dios mío, mi corazón clamar.
Tu voluntad se hizo, Señor, contra la mía,
Señor, ya estamos solos mi corazón y el mar.
-¿Qué pasa? ¿Ha ocurrido algo?
Poirot le dedicó su sonrisa más encantadora.
-Ah, mademoiselle – dijo-. Me preguntaba si le importaría que le robara a mi amigo por un par de minutos.
Ella lo miró con picardía.
-Así que quiere separarme de él, ¿eh?
-Sólo será un momento, mademoiselle. Se lo prometo.
-De acuerdo, monsieur Poirot-Se volvió hacia el jardín y gritó-: ¡Cielito, lo buscan!
-gracias –dijo Poirot con una reverencia.
Barbara regresó al jardín, y unos minutos después Hastings entró por al puerta de la galería. Parecía algo avergonzado.
(...)Poirot los siguió hasta la puerta y exclamó:
-Que Dios los bendiga, mes enfants. Ah, y si se encuentran con Barbara ene l jardín, por favor pídanle que me devuelva a Hastings. Debemos volver a Londres- Regresó a la habitación y miró la chimenea-. ¡Ah!- exclamó mientras se dirigía a la repisa y movía el recipiente de las tiras de papel-. Viola. Todo en orden- murmuró caminando hacia la puerta con aire de inmensa satisfacción.
Agatha Christie, Café solo.
Novelización de la célebre pieza teatral por Charles Osborne.
No menos insólito resultó lo que casi un siglo antes había recomendado el escritor inglés Charles Dickens para después de su muerte: “Los asistentes al funeral no usarán pañuelo, capa, corbata negra, cinta de luto en el sombrero o cualquier otra cosa desagradable, similarmente absurda”, detallo
El novelista, cuyo tintero fue subastado hace poco por la casa Sotheby´s junto con el cuello de la última camisa que vistió y als primeras ediciones de sus libros Oliver Twist e Historia de dos ciudades, murió en 1870. Dejó cerca de 80.000 libras esterlinas para su hijo Charles John Huffham Dickens y se preocupó en destacar que su esposa, de la que estaba separado, recibiría 600 libras esterlinas anuales, mientras se hiciera cargo de los gastos de la familia.
En el sigloXVII, también Shakespeare recordó a su mujer cuando el aliento de la muerte rondaba sus pensamientos. Entonces, el dramaturgo inglés redactó su propio legado, donde dedicó un párrafo especial a su cónyuge: “Doy a mi esposa mi segunda mejor cama con todos sus accesorios”, escribió el autor de Hamlet, tragedia que fue elegida la obra maestra del milenio por una encuesta del diario inglés The Sunday Times.
El testamento de Sahkespeare, que murió en 1616, reparte los bienes de su propiedad en Strattford entre sus hijas Susana y Judith, pero nada dice respecto de sus trabajos literarios, omisión que sorprendió a los estudiosos y despertó debates acerca de si es o no el autor de las obras que lo hicieron célebre.
Julio Cortázar - Rayuela
Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y los ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y vienen con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.
sábado, 27 de enero de 2007
CESAR BRUTO, Lo que me gustaría ser a mí si no fuera lo que soy (Capítulo: Perro de San Bernardo)
Enrique Cadícamo
Jorge Luis Borges.
Arrabal - Jorge Luis Borges
Mis pasos claudicaron
cuando iban a pisar el horizonte
y quedé entre las casas,
cuadriculadas en manzanas
diferentes e iguales
como si fueran todas ellas
monótonos recuerdos repetidos
de una sola manzana.
El pastito precario,
desesperadamente esperanzado,
salpicaba las piedras de la calle
y divisé en la hondura
los naipes de colores del poniente
y sentí Buenos Aires.
Esta ciudad que yo creí mi pasado
es mi porvenir, mi presente;
los años que he vivido en Europa son ilusorios,
yo estaba siempre (y estaré) en Buenos Aires.
Jorge Luis Borges Fervor de Buenos Aires
Mundo astral
Venus: del amor y el placer.
El Sol: de la autoridad y el placer.
Marte: del valor, el impulso y la energía.
Júpiter: de la salud y la fortuna.
Urano: de las invenciones y descubrimientos.
Neptuno: de las emociones y sentimientos.
Saturno: de las ocupaciones relacionadas con la Tierra.
También en el caso de Poirot, como en el de Sherlock Homes, se produjeron infinidad de reacciones y su muerte ocupó durante semanas las páginas de muchos periódicos y revistas. Lo que revela que por parte del lector se producen con sus personajes de ficción favoritismos relaciones complejas, en las que como en las novelas, como en la realidad también, al vida y la muerte, el bien y el mal, se convierten en las dos caras de una misma moneda.
Juan José Millás.
Aghata Christie - Hercule Poirot´s Early Cases
-Innumerables veces, amigo mío. ¿Qué se imaginaba? No se puede tener siempre la bonne chance. A veces he sido llamado demasiado tarde. Muy a menudo alguien, empeñado en alcanzar la misma meta, ha dado primero con la solución. Por dos veces caí enfermo cuando estaba a punto de alcanzar el éxito. Se tiene que apechugar con los malos momentos, amigo mío.
-No quería decir esto exactamente –repuse- Me refería a si alguna vez ha fracasado por culpa suya.
-¡Ah comprendo! ¿Me pregunta si alguna vez me he comportado como el “rey de los asnos” como dicen ustedes por estas tierras? Una vez, amigo mío...- Una sonrisa lenta y meditativa se reflejó en su rostro-. Sí, una vez hice el ridículo. (...) ¡En conjunto fue un caso desdichado el que acabo de referirle! Esta historia sólo se la he contado a usted. Compréndame, ¿no hago un buen papel en ella! Una anciana comete un crimen tan sencillo y hábilmente que yo, Hércules Poirot, me equivoco por completo. Sapristi! ¡Es irritante pensar en ello! Olvídelo. O no...recuérdelo; y si en cualquier momento cree que me estoy volviendo presuntuoso... no es probable, pero podría darse el caso.
Disimulé una sonrisa.
-Eh bien, usted me dirá “caja de bombones” ¿De acuerdo?
-¡Trato hecho!
-Después de todo –dijo Poirot ponderativamente- ¡fue una experiencia! ¡Yo, que indudablemente poseo en la actualidad el mejor cerebro de Europa, puedo permitirme ser magnánimo!
-Caja de bombones –murmuré suavemente.
-Pardon, mon ami?
Mientras Poirot se inclinaba hacia mí con una expresión interrogante miré su rostro inocente y mi corazón se conmovió. A menudo me había hecho sufrir, pero yo, aunque no poseyera el mejor cerebro de Europa, ¡también podía permitirme ser magnánimo!
-Nada- mentí, y encendí otra pipa, sonriéndome para mis adentros.
Hagamos un trato - Mario Benedetti
usted sabe
puede contar
conmigo
no hasta dos
o hasta diez
sino contar
conmigo
si alguna vez
advierte
que la miro a los ojos
y una veta de amor
reconoce en los míos
no alerte sus fusiles
ni piense qué delirio
a pesar de la veta
o tal vez porque existe
usted puede contar
conmigo
si otras veces
me encuentra
huraño sin motivo
no piense qué flojera
igual puede contar
conmigo
pero hagamos un trato
yo quisiera contar
con usted
es tan lindo
saber que usted existe
uno se siente vivo
y cuando digo esto
quiero decir contar
aunque sea hasta dos
aunque sea hasta cinco
no ya para que acuda
presurosa en mi auxilio
sino para saber
a ciencia cierta
que usted sabe que puede
contar conmigo.
Táctica y estrategia - Mario Benedetti
mirarte
aprender como sos
quererte como sos
mi táctica es
hablarte
y escucharte
construir con palabras
un puente indestructible
mi táctica es
quedarme en tu recuerdo
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
pero quedarme en vos
mi táctica es
ser franco
y saber que sos franca
y que no nos vendamos simulacros
para que entre los dos
no haya telón
ni abismos
mi estrategia es
en cambio
más profunda y más
simple
mi estrategia es
que un día cualquiera
no sé cómo ni sé con qué pretexto
por fin me necesites.
LAS PARCAS
Las Parcas eran tres hermanas, hijas de la noche. Su recuerdo se asociaba a todos los acontecimientos, tristes o alegres, venturosos o desgraciados, que hacen de la vida humana algo así como una tela de complicada urdimbre. Se las invocaba en el nacimiento de las personas, al celebrase los matrimonios, al llegar la hora de la muerte. Representaban, pues, las tres divinidades, el destino de los hombres en su paso por la tierra, los azares de la existencia y el misterio de lo que está más allá de la vida.
Algunas artistas las han imaginado como tres mujeres decrépitas, feas, antipáticas; otros, en cambio, las han dotado de una figura juvenil y de una espléndida belleza. Pero lo cierto es que, feas o hermosas, los griegos creían en su poder terrible y en la importancia de sus respectivos papeles.
Cloto se llamaba una, Laquesis, la otra, y la tercera Átropos.
Cloto, la hilandera, tenía en sus manos un huso, porque a ella le correspondía preparar el hilo de la existencia. Laquesis tejía los hilos en complicada tela, es decir, distribuía los azares del destino, dando el suyo a cada uno de los mortales.
Átropos, armada de tijeras, aguardaba el momento decisivo de cortar el hilo de la existencia. Representaba la muerte, y era la más temida de las tres hermanas.
En la historia de casi todos los pueblos de la antigüedad encontramos ideas y representaciones semejantes, pues la existencia, con sus oscuros problemas, es un misterio que ha sobrecogido siempre la imaginación de los hombres que se han dedicado a reflexionar acerca de ello. ¿Qué es la vida? ¿Cómo empieza y por qué acaba? ¿Qué es la muerte?
Filósofos y sabios de la más remota antigüedad han buscado con empeño una respuesta satisfactoria a tales preguntas; la ciencia moderna, con sus experimentos de laboratorio, también investiga tenazmente, deseosa de llegar a una solución del enigma. Pero jamás los resultados han satisfecho la curiosidad de los hombres, y así tal vez suceda con los estudios, cada siglo más inteligentes y tenaces, de las futuras generaciones.
Ese misterio insoluble de la vida y de la muerte es el que los griegos han conseguido expresar, con toda belleza y energía, en el célebre mito de las Tres Parcas.
Gabriel García Márquez - Del amor y otros demonios
Clemente: No sé. Pero me acuerdo de un día, de una tarde en que llega Borges a la Biblioteca y yo lo noto muy caído. Algo raro porque él en general estaba alegre, y siempre tenía en la mano uno de esos juegos con bolitas que se van pasando de una mano a otra, los abalorios. Y entonces lo veo triste y le pregunto “Borges, ¿qué le pasa?”. Y me dice: “Estoy muy triste”. Y tenía una mancha de sangre en la boca. Y él me dice: “Anoche, en una esquina de Buenos Aires le pedí matrimonio a una mujer y me dijo que no. Esta mañana fui al dentista a sacarme una muela que me molestaba y le pedí al doctor que me la saque sin anestesia, porque quería olvidarme de algo. Y me las sacó sin anestesia, pero sigue doliéndome el no de esta mujer”
Borges.
Director de la Biblioteca Nacional
Diálogos entre José Edmundo Clemente y Oscar Sbarra Mitre.
Ernesto Sábato - Sobre héroes y tumbas
Jorge Luis Borges
Maleficio - Alberto Gerchunoff
El Tigre - Pablo Neruda
Te acecho entre las hojas
anchas como lingotes
de mineral mojado.
El río blanco crece
bajo la niebla. Llegas.
Desnuda te sumerges.
Espero.
Entonces en un salto
de fuego, sangre, dientes,
de un zarpazo derribo
tu pecho, tus caderas.
Bebo tu sangre, rompo
tus miembros uno a uno.
Y me quedo velando
por años en la selva
tus huesos, tu ceniza,
inmóvil, lejos
del odio y de la cólera,
desarmado en tu muerte,
cruzado por las lianas,
inmóvil, lejos
del odio y de la cólera,
desarmado en tu muerte,
cruzado por las lianas,
inmóvil en la lluvia,
centinela implacable
de mi amor asesino.
Lewis Carroll - Alicia en el pais de las maravillas
jueves, 25 de enero de 2007
Milan Kundera
EL AMOR Y LA LOCURA - Fèlix Marìa de Samaniego.
Con el Amor reñido,
Dejó ciego de un golpe
Al miserable niño.
Venganza pide al cielo
Venus, mas ¡con qué gritos!
Era madre y esposa:
Con esto queda dicho.
Queréllase a los dioses,
Presentando a su hijo:
«¿De qué sirven las flechas,
De qué el arco a Cupido,
Faltándole la vista
Para asestar sus tiros?
Quítensele las alas
Y aquel ardiente cirio,
Si a su luz ser no pueden
Sus vuelos dirigidos.»
Atendiendo a que el ciego
Siguiese su ejercicio,
Y a que la delincuente
Tuviese su castigo,
Júpiter, presidente
De la asamblea, dijo:
«Ordeno a la Locura,
Desde este instante mismo,
Que eternamente sea
De Amor el lazarillo.»
El cambio de rueda - Bertolt Brecht
El conductor cambia la rueda.
No me gusta el lugar de donde vengo.
No me gusta el lugar adonde voy.
¿Por qué miro el cambio de rueda
con impaciencia?
Herman Hesse (Demian)
"El secreto del opa" de Dàvalos
Hercule Poirot`s Early Cases
Julio Cortázar.
Poncho de Verano - Roberto Payrò
En febrero de 1918 un Borges adolescente descansa en un banco a orillas de Ródano. Otro Borges, viejo, ciego y consagrado, se sienta a su lado. Los dos se reconocen y conversan. Intercambian recuerdos. Hablan del presente de uno, que es el pasado del otro. El anciano le describe, incluso, como es el porvenir. “Cada día que pasa nuestro país es más provinciano, Más provinciano y más engreído, como si cerrar los ojos”. Cuenta. Y le anticipa: “cuando alcances mi edad habrás perdido casi por completo la vista. Verás el color amarillo y sombras y luces. No te preocupes la ceguera gradual noe suna cosa trágica. Es como un lento atardecer de verano.”
Los dos Borges prometieron encontrarse al día siguiente. En el mismo lugar y a la misma hora. Ninguno cumplió con su palabra.
-Me llama mi madre-, asegura Borges aunque no se ha escuchado la voz de Leonor Acevedo.
El entrevistador se queda allí, un rato. Pasa más de media hora. Aparece Fani Vueda de Robledo, la mujer que trabajó para la familia Borges durante casi cuarenta años.
-El señor me informa –se disculpa- que no va a continuar haciendo este trabajo con usted. ¿Lo acompaño hasta la puerta?
Jorge Luis Borges
De un micro para LS 1
Radio Municipal.
Juan José Millás.
José Maria Alvarez
Apéndice paraTreasure Island
Entrevista a A. B. C.
Mueve negativamente la cabeza, con una sonrisa.
-¿Nunca le ha interesado?
-No.
-Me encantan sus respuestas: “Ojalá”, “puede ser”, “está muy bien”, “quiero creer que sí”...
-Es verdad –se ríe- Qué bueno. “Puede ser...” Qué bueno.
-Así que de pintura.
-Nada. ¿Escultura? Tampoco
Adolfo Bioy Casares
De las cosas maravillosas
-¿Escribía cartas de amor?
-Seguramente, pero pésimas. Es muy difícil escribir lindas cartas de amor. Creo que es un género realmente difícil. Lo he hecho, sí, sabiendo que a ninguna otra persona les hubieran gustado, pero que a esa mujer tenían que agradarles porque expresaban lo que sentía por ella. Nadie cree que sea justificado el amor de los demás, así que el lector lee las cartas con escepticismo.
Bioy en privado.
Silvia Reneé Arias.
Quizá ahora tomaba esto un poco a la ligera, diciéndome que en tanto fueran buenas mis relaciones con Catriona Drummond, la opinión del resto de los hombres no era sino música celestial y agua pasada; y caí entonces en esos ensimismamientos del amante que son, en su propia opinión, exquisitos, pero que siempre resultan tan sorprendentemente bobos a un lector.
CATRIONA
Robert Louis Stevenson.