lunes, 29 de enero de 2007

Death in the Afternoon - E. Hemingway

-Por lo que toca a las cuestiones morales, no puedo decir más que una cosa. Es moral todo lo que hace que me sienta bien, e inmoral todo lo que hace que me sienta mal.
-Si se permitiera a los toros acrecentar sus experiencias, como lo hacen los toreros, y si los toros no matados durante los quince minutos reglamentarios, en vez de ser sacrificados en los corrales inmediatamente, fuesen llevados a combatir de nuevo, matarían a todos los toreros, o , al menos, a todos los toreros que continuaran combatiéndolos según las normas. La corrida está montada sobre la base de que es el primer encuentro entre un animal salvaje y un hombre a pie. Y la primera condición de la corrida moderna es que el toro no haya pisado la plaza nunca.
- Si es usted una mujer que quiere ver una corrida, aunque tema sentirse afectada, tome un asiento de gradas la primera vez. Puede ocurrir que le guste a usted la corrida y sea usted capaz de complacerse con ella desde un sitio en donde usted la vea como un espectáculo, mientras que podría ocurrir que le desagradase si estuviera sentada tan ceca que la vista de los detalles pudiera deshacer el efecto del conjunto. Si tiene usted mucho dinero y quiere decir que ha estado, aunque no le interese haber visto una corrida de toros, y si ha decidido usted que, le guste o no, se marchará después del primer toro, tome una barrera, y así, cuando usted se marche, otra persona que no haya tenido nunca dinero para comprar una barrera, podrá rápidamente ocupar su asiento dejándole que se marche con sus ideas preconcebidas.
-¿Quién puede hablar de lo que piensan esas mujeres si no ha sido uno mujer de un torero? Si el marido no tiene contratos, no gana dinero; pero con cada contrato corre un riesgo mortal. Ningún hombre puede entra en el ruedo y decir que saldrá vivo. Ser mujer de un torero no es como ser mujer de un militar, ya que el militar se gana su vida incluso cuando no ha guerra, ni como serlo de un marino, que se va para mucho tiempo, pero que se va en un barco que le protege, ni como serlo de un boxeador, que no afronta la muerte. Ser mujer de un torero no puede compararse con nada. Y si yo tuviera una hija no le desearía semejante destino.

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