domingo, 28 de enero de 2007

Poco antes de arruinarlo todo con aquel desolador empacho de pastillas, Marilyn dejó por escrito un testamento en el que se ocupó de distribuir el millón de dólares que creía haber acumulado haciendo de rubia debilidad. Estableció un fondo de 100.000 dólares para el cuidado de su madre –debía dosificarse de a 5000 por año-, otros 25000 se repartirían entre sus amigos más cercanos y el resto de sus pertenencias quedaría para Lee Strasberg, el hombre que la convirtió en estrella de Hollywood. Pero en 1962, cuando su cuerpo soñado apareció frío, tieso, entre las sábanas, se comprobó que iba a ser imposible cumplir su última voluntad: Marilyn Monroe, dueña del vestido color piel que el año pasado se vendió en 1.267.500 dólares –récord pagado por una prenda de una celebridad-, no tenía el millón que figuraba en su testamento.

No menos insólito resultó lo que casi un siglo antes había recomendado el escritor inglés Charles Dickens para después de su muerte: “Los asistentes al funeral no usarán pañuelo, capa, corbata negra, cinta de luto en el sombrero o cualquier otra cosa desagradable, similarmente absurda”, detallo
El novelista, cuyo tintero fue subastado hace poco por la casa Sotheby´s junto con el cuello de la última camisa que vistió y als primeras ediciones de sus libros Oliver Twist e Historia de dos ciudades, murió en 1870. Dejó cerca de 80.000 libras esterlinas para su hijo Charles John Huffham Dickens y se preocupó en destacar que su esposa, de la que estaba separado, recibiría 600 libras esterlinas anuales, mientras se hiciera cargo de los gastos de la familia.

En el sigloXVII, también Shakespeare recordó a su mujer cuando el aliento de la muerte rondaba sus pensamientos. Entonces, el dramaturgo inglés redactó su propio legado, donde dedicó un párrafo especial a su cónyuge: “Doy a mi esposa mi segunda mejor cama con todos sus accesorios”, escribió el autor de Hamlet, tragedia que fue elegida la obra maestra del milenio por una encuesta del diario inglés The Sunday Times.
El testamento de Sahkespeare, que murió en 1616, reparte los bienes de su propiedad en Strattford entre sus hijas Susana y Judith, pero nada dice respecto de sus trabajos literarios, omisión que sorprendió a los estudiosos y despertó debates acerca de si es o no el autor de las obras que lo hicieron célebre.

No hay comentarios: