El investigador favorito de Agatha Christie se llama Hércules Poirot, el eterno cantor de las células que componen la masa gris del cerebro humano. Se trata de un hombre aburguesado y algo cínico, cuyas relaciones con su autora nunca estuvieron muy claras, pues, como veremos, ésta lo tenía muerto y enlatado desde 1940. Poirot es quizá el último de los detectives, dentro de la corriente anglosajona, que posee un gusto desmesurado y casi patológico por la deducción. Era de nacionalidad belga, y su deseo más íntimo y secreto n era otro que la realización de un crimen perfecto.
Juan José Millás
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