sábado, 27 de enero de 2007

LAS PARCAS

A través de las líneas con que presentamos a las tres divinidades tremendas puede entreverse una faceta del espíritu de la antigüedad.

Las Parcas eran tres hermanas, hijas de la noche. Su recuerdo se asociaba a todos los acontecimientos, tristes o alegres, venturosos o desgraciados, que hacen de la vida humana algo así como una tela de complicada urdimbre. Se las invocaba en el nacimiento de las personas, al celebrase los matrimonios, al llegar la hora de la muerte. Representaban, pues, las tres divinidades, el destino de los hombres en su paso por la tierra, los azares de la existencia y el misterio de lo que está más allá de la vida.
Algunas artistas las han imaginado como tres mujeres decrépitas, feas, antipáticas; otros, en cambio, las han dotado de una figura juvenil y de una espléndida belleza. Pero lo cierto es que, feas o hermosas, los griegos creían en su poder terrible y en la importancia de sus respectivos papeles.
Cloto se llamaba una, Laquesis, la otra, y la tercera Átropos.
Cloto, la hilandera, tenía en sus manos un huso, porque a ella le correspondía preparar el hilo de la existencia. Laquesis tejía los hilos en complicada tela, es decir, distribuía los azares del destino, dando el suyo a cada uno de los mortales.
Átropos, armada de tijeras, aguardaba el momento decisivo de cortar el hilo de la existencia. Representaba la muerte, y era la más temida de las tres hermanas.
En la historia de casi todos los pueblos de la antigüedad encontramos ideas y representaciones semejantes, pues la existencia, con sus oscuros problemas, es un misterio que ha sobrecogido siempre la imaginación de los hombres que se han dedicado a reflexionar acerca de ello. ¿Qué es la vida? ¿Cómo empieza y por qué acaba? ¿Qué es la muerte?
Filósofos y sabios de la más remota antigüedad han buscado con empeño una respuesta satisfactoria a tales preguntas; la ciencia moderna, con sus experimentos de laboratorio, también investiga tenazmente, deseosa de llegar a una solución del enigma. Pero jamás los resultados han satisfecho la curiosidad de los hombres, y así tal vez suceda con los estudios, cada siglo más inteligentes y tenaces, de las futuras generaciones.
Ese misterio insoluble de la vida y de la muerte es el que los griegos han conseguido expresar, con toda belleza y energía, en el célebre mito de las Tres Parcas.

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