sábado, 27 de enero de 2007

Lewis Carroll - Alicia en el pais de las maravillas

No obstante, pronto, pudo comprobar que donde se había metido realmente era en el charco de lágrimas que ella misma había formado cuando su estatura llegaba hasta el techo del salón -¡No debí llorar tanto!- se reprochó mientras nadaba de un lado para otro, intentando hallar un camino.- Este debe ser mi castigo por entregarme a la desesperación. Ahora tal vez muera ahogada en mi propio llanto. Esto me parece muy raro, claro está, pero hoy todo es muy raro.

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