martes, 23 de enero de 2007

Muchos me preguntaron “¿Cómo es Bioy?” Quizá sería pecar de soberbia dar una respuesta, pero me animo a contar la impresión que me quedó de aquel almuerzo que atesoro en mi memoria. Él tenía la grandeza de no dejar pasar por alto las pequeñas cosas. Sus ojos conservaban la capacidad de asombro que el paso de los años suele adormecer. Creo que eso es lo que más admiro de él. Lo recuerdo describiendo con pasión cómo se sorprendía por las mañanas viendo correr el agua que salía de la canilla. Dicho así, probablemente parezca una pequeñez, quizás hasta resulte incomprensible, pero él sabía mejor que nadie dominar el arte de la palabra. Me llamó la atención descubrirlo fascinado por la perfección de los números, pero Bioy era así, sabía otorgarle belleza a su decir, y todo lo que él me contó aquel mediodía, como lo que escribió, me resulta fascinante.
Personas así nunca se van. Afortunadamente, el arte tiene la virtud de vencer a la muerte.
Silvina Vicente.

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