martes, 23 de enero de 2007
Tres rosas y un coñac
El 19 de enero de 1949, enfundado en un largo sobretodo oscuro, un hombre ingresó al cementerio de Westminster, en Baltimore, caminó hacia la tumba de Poe y dejó tres rosas y una botella de coñac Martel a medio tomar. Desde ese día –fecha del nacimiento del escritor-, el rito se ha repetido hasta hoy. Los especialistas en la obra de Poe nunca pudieron determinar por qué fueron elegidos esos objetos. En 1993 apareció, además, una nota con la inscripción “La antorcha será traspasada”. Al año siguiente, otra carta informaba la muerte del misterioso visitante y la voluntas de otros admiradores del autor de El Cuervo por continuar la tradición.
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