Una lágrima preñada de horror y de desesperación surcaba mi mejilla, ajada ya por el dolor. A la mañana, amo y criado yacían, aquel en el lecho, éste en el suelo. El primero tenía todavía abiertos los ojos y los clavaba con delirio y con delicia en una caja amarilla donde se leía mañana ¿Llegará ese mañana fatídico? ¿Qué encerraba la caja(3)?En tanto, la noche buena era pasada, y el mundo todo, a mis barbas, cuando hablaba de ella, la seguía llamando noche buena,
(1836)
(3)El lunes día 15 del mes siguiente, a las nueve menos cuarto de la noche, Larra se suicidó. El escritor había anticipado su próxima muerte en estas trágicas líneas (N. Del E.)
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