jueves, 25 de enero de 2007

Años de mocedad - Adolfo Bioy

Tenía un cliente, un soi disont cliente, que lo irritaba, le escribía cartas inútiles y cargantes que él me hacía contestar en su nombre; una vez le leí una en la que le pedía una entrevista y como no dijo nada la oír la lectura, le pregunté, “¿qué le contesto?”. Me miró con fastidio y me dijo “decile de mi parte que se vaya a la p. que p.” A mi me dio rabia pero nada repliqué, fui a mi escritorio y escribí la carta a mano (no había entonces máquinas de escribir en el estudio) con tinta de copiar, en estos términos. “Buenos Aires, fecha del día, Señor Fulano de Tal, B.A., Estimado Señor: En respuesta a su carta del día X, el doctor Mariano J. Paunero me encarga que le diga que se vaya a la p. que lo p. (palabras completas, por supuesto). Copié la carta en el libro copiador, pero en lugar de mandarla la eché destruida al canasto. Al día siguiente o a los dos días, Paunero me preguntó: “¿Contestaste la carta de Fulano?” “Sí, sí doctor”, le dije y le presenté el libro copiador abierto en la correspondiente página, la leyó y mirándome a los ojos, con bondad, me dijo: “Muchas gracias, me has dado una lección”

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