martes, 23 de enero de 2007
Borges, sus días y su tiempo - María Esther Vázquez
En una obra del judeo-alemán Martín Buber, “Historia de los Jasidim", encontramos otra suerte de causalidad mágica. Se trata de una leyenda de los Jasidim, de la secta de los piadosos, donde se cuenta que el emperador de Austria, allá por el siglo XVIII, estaba por firmar un edicto contra los judíos. Esta noticia llega a una aldea perdida en Polonia, en la cual vive un rabino que, en el curso de un día, vuelca un salero, un vaso de agua y un vaso de vino. No se sabe por qué lo hace y él mismo cree que se debió a su propio descuido. Pero luego, al cabo de un tiempo, llega la noticia de que el edicto no ha sido firmado. El emperador estuvo por hacerlo tres veces, y las tres veces, por la torpeza de uno de los secretarios o por la suya propia, se volcó la tinta. Entonces vemos que existía una relación mágica, que bastaba con volcar el agua, el vino y la sal para que se volcara la tinta en el palacio de la lejana Viena.
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