martes, 23 de enero de 2007

-En ambientes de escritores, de libreros, he oído que le dicen “El viejo”.
-Con toda razón, tengo 85 años. Todavía son generosos: yo, de alguien de 85 años, diría el vejestorio
-¿Lo considera un apelativo pertinente?
-Bueno, desgraciadamente sí. ¿le parece poco tener 85 años? A mí me da vergüenza haber llegado a esa edad.
-¿Sí?
-Pero claro, aún a sabiendas de que hay casos peores. El de mi madre, que fue más grave que el mío. Ella murió a los 99 años, con el temor de llegar a los 100, cuando cumplió 95 nos reunió y nos dijo: “Caramba, se me fue la mano”.
Entrevista por Carlos Ulanovsky, marzo 1985.

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